Me escuchaste en silencio y solo me abrazaste cuando te dije que la noche anterior había estado llorando. Y sin darnos cuenta, cada vez andábamos mas cerca, poquito a poco, centímetro a milímetro, inspiración tras espiración. Tu mano entonces rozó la mía, fue un momento incómodo y entonces te decidiste a cogerla. No quedaba apenas camino para llegar pero, aún así, yo me dejé. Me sentía bien con el calor de tu piel, estaba suave y era reconfortante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario