Me gustaba ese bote de rimel. Me gustaba tanto, que me compraba tres botes, de la misma marca cada semana. La gente decía y comentaba todo el vecindario, que me veían más guapa. Recuerdo que era muy coqueta, tanto que no salia de casa sin un pequeño espejo. Si, una exageración. Pero fue conocerle a el para que después de unos meses, ya no estuviera utilizando mi bote azul normal, si no, un bote de rimel, de estos que resisten al agua. Así mis lagrimas no corrían el color negro de mi pintura, pero si mis llantos el dolor de mi corazón. Así ocultaba mi pena entre silencio. Si, una putada mas de la vida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario